A golpe de melena



Estoy dispuesta a apostar.
No conozco a ninguna mujer que no sea más feliz después de una sesión de peluquería. Verte algo más guapa te pone contenta. 
Puede  llamarse frivolidad. Yo prefiero decir que es amor por la estética y sentido de la justicia. Los tuyos tienen derecho contemplar  la mejor versión de ti misma. Y viceversa.
Además sale más barato que ir al psiquiatra, me dice una de las habituales.La entiendo.
Sin embargo hoy, a punto he estado de acabar deprimida .
En mi peluquería de siempre ANARA, mientras me hacía un tratamiento de brillo y color, ha ido desfilando una colección de chicas jovencísimas con estilazo, tipazo, pelazo y taconazo.
Todas asistían a la inauguración de la joyería Rabat en el Paseo de Gracia, en Barcelona.
A medida que circulaban iba encogiéndome.  ¡¡¡Qué poderío a golpe de melena!!! Un punto acomplejante, la verdad. El resto de las clientas, absortas ante tal despliegue de bellezones, nos contentábamos con que sacaran el mejor partido de la pelambrera que disponemos. 

Me ha podido la curiosidad . ¿Qué hay detrás de una fachada imponente como esa?
He hablado con alguna de ellas y, como siempre, la realidad supera con creces lo imaginado.
La mayoría son instagramers. Desde su cuenta y redes sociales, marcan tendencias y prescriben moda y compras. 
Entre nuestras adolescentes y jóvenes son referentes, modelos a seguir. Miles de seguidoras recogen e imitan  sus pasos y decisiones.
La de mi derecha, Nina, morenaza encantadora, licenciada en psicología. Es propietaria de un negocio de bikinis en internet. Lucía un vestido de hechuras impecables y unos pendientes espectaculares cedidos por la firma anfitriona-
A mi izquierda, Belen Hostalet, estilo incluso con rulos.
Las instagramers son guapas y listas.
Todas parecen tener el mundo en sus manos.
Desde su iphone controlan al segundo el propio escaparate fotográfico.
Cualquier comentario o sugerencia provoca una repercusión mediática y comercial enorme. Las empresas lo saben y lo pagan. Ellas, con poco más de 20 años, manejan ese poder sin despeinarse y con una manicura impecable. No sienten vértigo ante tremenda capacidad de acción.  
Parece que no dudan, ni sepan lo que es una mala noche. Da la impresión de que, como mucho, sufran jet lag.

¿Dónde está  pues el problema?. ¿a quién no le gusta disfrutar de una vida así?  ¡En el mundo virtual nunca hay malas caras ni ojeras!. 
Pensando un poco al respecto creo que existe un riesgo nada desdeñable : 
Vivir una vida con tal grado de exposición puede llevar a no reservarse nada. 
A perderse en lo de fuera y dejar de cuidar el yo más verdadero. El único irrepetible y verdaderamente exclusivo : su intimidad. 
Y eso ya no me parece tan atractivo. Y eso es un camino peligroso.
No sé si saben disfrutar sin comentar, sin linkear. 
Conocer y darse a conocer, sin mostrar ni demostrar. No hay selección de destinatarios para sus mejores gestos. Tampoco pueden dejar ver su parte vulnerable, que incluso detrás de ese fachón, existe.
Ni siquiera estas star system de las redes - mi hijo mayor ha dicho son "las futbolistas del siglo XXI"- escapan de la soledad, de la perplejidad, de la limitación, de las controversias, y de la fugacidad de las cosas... 
Su piel, como la de todos nosotros que"antaño fuera piel de lujo", acabará en las rebajas. 
Son, sin duda,  prescriptoras de moda...
Desde aquí les animo a ser  además prescriptoras de vida tratando de cultivar el mundo interior. El único que no pasa ni se marchita.


Esta es la canción que me inspira el post. Viene ¡al pelo!.



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