Ser o no ser Community Manager

Lo que debería haber sido una pausa veraniega en la que aprovechar para poner a punto muchos de los artículos que hace tiempo se acumulan en mi bandeja de borradores, se ha convertido en colapso creativo.
No imaginaba hasta qué punto mantener al día una cuenta de instagram iba a suponer tal dedicación.
Una cuenta de la que soy responsable, sin serlo del todo: @topinfluencers_bcn
Ya os hablé del de los aprendizajes positivos y de la fuerza con la que salimos despedidos desde la terraza del Hotel Palace ese día.
La idea es que Top Influencers sea plataforma de referencia y punto de encuentro on &off line de personas que, en ámbitos  diversos y a través de las distintas redes sociales, aportan al mundo propuestas de valor perdurable.
Tal proyecto no debería estar reñido con el tiempo que dedico a comunicarme con todos vosotros.
Sin embargo no ha sido así.
Todas las tareas relativas a mantener viva una identidad digital, pueden llegar a ser altamente demandantes. Por ejemplo, ser "Community manager". Suena muy cool pero en realidad se trata de trabajar como escaparatista estresado obligado a cambiar a diario su mostrador. Además, mientras lo hace,  debe atender a los interesados que preguntan acerca de las novedades sin dejar de pensar que, al día siguiente, necesita reinventarse de nuevo.  Así de efímero es el mundo virtual.
Esa consolidación de  la identidad digital supone sumar trabajos tales como la búsqueda o realización de  buenas fotografías, edición digital, revisión ortográfica, corrección de estilo, traducción, control de algoritmos, estadísticas...
Para mi ha sido un toque en la cresta.
Yo que me creía hábil, tecnológicamente hablando, he necesitado mucho tiempo para empezar a moverme con cierta soltura. Y aun así me sigue costando.
No es una excusa a mi pausa bloguera. Es una constatación de que todo "compromiso"- salvo que sea a nivel profesional- en las redes sociales es arriesgado. Exige mucho y está en franca competencia con el tiempo de lo real. Sobre todo en vacaciones, cuando nuestro horario no está reglado, lo virtual se entromete con más facilidad entre los recovecos del reposo.
Un tiempo de descanso que, en mi caso, debería haber dedicado a reflexionar, ponderar, leer, contemplar, escribir, dialogar, mirar, a dedicarme a los míos, hacer la compra, coger moras, jugar, pasear al perro, entretenerme en familia o soñar lo he empleado en menudencias digitales sin importancia que han robado, como poco, la serenidad para hacer lo que debía hacer con la atención merecida.
Las redes enredan, si se lo permitimos. Y a mi me ha ocurrido.
Estoy empezando a arrepentirme de haber asomado la patita en el agujero negro de instagram.
Si veis que en un tiempo no aparezco, ruego me rescatéis.
Alguno de vosotros me echaréis de menos, pero mis hijos... ¡no me lo perdonarán!
#InfluecersForReal




Comentarios

  1. Buena autocrítica y para ello requiere de humildad. Doblemente enhorabuena.

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