Transhumanismo frente a lo genuinamente humano


Cualquier asunto que tenga que ver con avance y mejora en general, siempre nos predispone bien. 
¿Quién rechaza vivir una vida más completa, saludable, desarrollar toda nuestra potencialidad? Eso es lo que parecen preguntarnos los defensores del transhumanismo.
Esta claro que a día de hoy el progreso científico avanza a pasos agigantados en ámbito de la ingeniería genética, inteligencia artificial, nanotecnología, etc...
Estamos alcanzando un nivel de desarrollo tal que, en pocos años podremos ver cosas hasta ahora inimaginables.  
Seremos capaces de sustituir nuestra musculatura por otra más fuerte o flexible, por ejemplo, o insertarnos microchips con la Wikipedia entera y los idiomas que queramos dominar. Podremos retrasar o revertir el tiempo cronológico de nuestras células, no enfermar nunca o incluso, algunos científicos afirman que hay fecha para alcanzar la inmortalidad. 2045 para más datos.  En definitiva, estaremos, en condiciones de diseñar el cuerpo a la medida del deseo. Todo dependerá de nuestra capacidad de imaginar, de nuestro talonario y del horizonte de nuestras ambiciones...Podremos llegar a ser aquello que queramos ser. 
Y ahí viene la gran pregunta. 
¿Todo lo que puedo desear, todo lo que puedo conseguir, es bueno para mi? ¿Dónde está el limite de mi deseo? ¿Hay límite para lo que la ciencia puede hacer con y para el hombre?

El debate se centra en qué es eso genuinamente humano, eso que nos identifica como tal y resulta irrenunciable si no queremos dejar de ser humanos y convertirnos en  lo que muchos ya denominan trashumanos. 
Como decía el gran poeta Rilke, el hombre y la mujer son límite e infinito.
Límite que viene dado por nuestra naturaleza finita en tiempo y en espacio. Y deseo infinito, inabarcable, de ser feliz, amando y siendo amados. 
He aquí el quid de la cuestión.
Sólo la ciencia al servicio del hombre, entendido como ser destinado al encuentro con el otro, será la ciencia que merezca tal nombre. Sólo los descubrimientos que de un modo u otro ayuden a que la persona sea más capaz de amar y ser amada, serán valiosos y lícitos. Otro tipo de avances que lo que consigan es que sujeto sea cada vez más poderoso, menos vulnerable, más autosatisfecho deberían obviarse.

Las proclamas del transhumanismo - alentadas por  los intereses económicos de poderosas compañías biotecnológicas-  dan la bienvenida  a todos aquellos científicos que se atrevan a dar nueva forma a la humanidad. 
Y en realidad  lo que pueden llegar a conseguir es un mundo dividido en dos : la humanidad genuina y los cibors trasnhumanos.
Los primeros vivirán aceptando las condiciones del contrato de estar vivo, conviviendo con la limitación  y vulnerabilidad y aprendiendo a gestionar el sufrimiento no evitable con grandeza y sencillez.  
Y los cibors trasnhumanos serán ese grupo de seres todopoderosos, intransigentes con el fallo, la caducidad o la imperfección. Hombres y mujeres que no pedirán ayuda porque nunca la necesitarán. Tampoco la ofrecerán porque sus esfuerzos se centrarán en el autoperfeccionamiento. El objetivo de su vida será la omnipotencia a costa de no necesitar a nadie más que la compañía de la ciencia para mantenerse vivos y perpetuamente jóvenes.

Visto lo visto, prefiero disfrutar del amor de todos aquellos a los que necesito, envejecer y morir serenamente rodeada de mis seres queridos. Además, y dicho sea de paso, en ese mundo tecnológico perfecto no creo que se escriban canciones de amor como esta. 


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