Llámame demócrata, si puedes

El gobierno acaba de lanzar la campaña "España en libertad" entre otros medios, en los principales rotativos del país.

Incluye un manifiesto que lleva por título: «La democracia es tu poder» , construido con frases cortas y rotundas, que enumera las conquistas que, gracias a ella, los ciudadanos supuestamente hemos alcanzado. 

En general diría que los que nos gobiernan son unos magos de la comunicación política. Dominan el uso del eufemismos llevando a cabo juegos de palabras y dobles sentidos que te confunden sin casi advertirlo. Las campañas son ingeniosas e impactantes. Pero siempre tiene trampa. De aspecto tolerante, esconden posturas rigoristas muy alejadas del talante abierto que parecen proclamar.

Comprobaremos si, tras mis replicas aquí recogidas, me llaman demócrata o más bien me desplazan al "el rincón de pensar" situada entre ultra ortodoxos y fanáticos religiosos.

Empecemos por una de las primeras afirmaciones del mencionado manifiesto que dice que la democracia es, además de poder opinar,  poder creer en Dios.

¿Cómo?¿Eso me lo otorga una solución de gobierno? Eso me lo posibilita, siento matizarlo, la libertad de conciencia que tenemos los hombres y las mujeres por el mero hecho de serlo. Puedo vivir bajo la bota del más poderoso de los tiranos y seguir creyendo - o no- en Dios... La democracia no me concede esa prerrogativa; es siempre anterior a ella.

«Es poder abortar»

Déjame preguntarte qué tiene de democrático que una parte del pueblo niegue los derechos de otra parte (sobre todo a la más indefensa y vulnerable). En todo caso, me parece totalitario: es el gobierno de los fuertes decidiendo por los ciudadanos más desprotegidos.

Y déjeme añadir, si la democracia es poder abortar, debería ser también poder defender la vida … ¿Cómo es posible que en una "España en Libertad", se hagan listas con los médicos objetores de conciencia que optan precisamente por proteger la vida?

«Es poder divorciarse las veces que quieras»

No me parece la mejor de las noticias a nivel social y personal, aunque yo también he pasado por esto y creo que es un alivio en muchos casos. Pero señor del gobierno, no me lo venda como un triunfo; siempre es un fracaso.

Y déjeme contestarle: dado que no existe límite ni recomendación alguna respecto al número de matrimonios, ¿por la misma razón democrática de fondo se me permite casarme y convivir con siete concubinas? ¡Qué no! ¡Que ser demócrata no creo que vaya de eso! Para mí, ser demócrata debería significar ser sensato, moderado y respetuoso con los demás. Y toda esta sarta de proclamas no me lo parecen.

«Es poder morir con dignidad»

Al agitador se le llena la boca porque suena muy bonito. ¿Quién no quiere morir con dignidad? Pero es que resulta que la dignidad humana jamás la da un régimen político. Estemos como estemos, física y mentalmente,  vivimos y morimos con dignidad, ¡siempre!. En cualquier estado y condición que nos hallemos y debamos afrontar, somos dignos por el solo hecho de nacer personas. 

«Es poder querer sin miedo»

Me pone del revés el discurso victimista de tantos; resulta muy cansino. Haz con tu vida lo que quieras y revisa tus miedos, pero no nos compliques al resto. No alimentes el relato cada vez más rocambolesco de las inverosímiles opciones de interés sexual que se presentan. Tan inacabables como son los deseos y ocurrencias humanas. No destines recursos económicos de todos para pagar las operaciones de cambio de orientación de unos pocos y, sobre todo, no impongas tu manera de ver las cosas en función de cómo te sientas hoy: tortuga, princesa o macho man.

«Es poder cuestionar a los poderosos»

¿En serio? Puedo cuestionar todo lo que aquí se afirma... pero ¿me van a conceder espacio para que este artículo pueda llegar a otros que no sean mis fieles lectores?

Aquí estoy, en Barcelona, desde un portátil. Veremos hasta dónde llego... Las cinco páginas enteras de La Vanguardia del pasado jueves 20 de noviembre del 2025 que dedicaron al manifiesto ( y que por cierto, pagaron con mis impuestos) están muy fuera de mi alcance. 

No voy a cansarme de seguir a la contra- en mi contra.,  pero no creo que, tras leer estas líneas, logre oír de los labios poderosos -ni siquiera- la palabra demócrata.

Franc@mente, no lo creo.



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