La fiesta que no se acaba
No tengo clara mi postura al respecto de la iluminación Navideña. En el caso de Barcelona, si lo que se buscaba es que la iluminación de este año fuera comentada, lo ha conseguido. Aun así, parece un objetivo poco relevante para los vecinos que lo contemplamos. De hecho, esta ciudad - mi querida ciudad- va arrinconando los signos y símbolos religiosos de año en año. Nuestros abuelos no reconocerían sus barrios. Ahora todo se reduce a brillos y neones que hacen remotísima referencia a tradiciones que, cuando pierden su sentido profundo, pierden la gracia y no son más que souvenirs o curiosidades absurdas. Las luces por aquí hablan de canelones y cava. Hablan de turrones y escudella (lo que viene siendo un cocido). Hablan de un pastor con barretina en apuros escatológicos (el c aganer ). ¿Y esos signos señalan los motivos que nos empujan a la celebración? ¿En serio?? Cierto es que, poniéndonos positivos, remiten a un reunirse en familia alrededor de la mesa. Eso si puede consi...