El pastor que se comió a las ovejas



Mi dentista utiliza la palabra como método anestésico. Contando historias de lo más rocambolescas, consigue distraer la atención del paciente que -boquiabierto- escucha sus cuentos.
La última, me impactó. El hijo de un buen amigo suyo, cumplidos ya los 19, había decidido convertirse en okupa. Disfrutando de la compañía de otros veinte como él, se habían apropiado del uso de una masía en el Alt Ampurdá y allí vivía , tan ricamente.
De tanto en cuanto, volvía a casa, donde reposaba sus huesos y reponía fuerzas para, de nuevo, enfrentarse al sistema social que mucho le oprimía.

Un día, decidió que debía ocuparse-  sin k- en algo. No servirían de nada los estudios realizados hasta el momento. Cualquier trabajo remunerado suponía dejarse aplastar, un poco más, por el engranaje fascista. Tampoco las costosas clases de solfeo y guitarra, a las que había asistido durante años, serían provechosas. La música ahora sólo la entendía sin partituras (con lo que sus posibilidades de éxito eran más bien escasas.. .)

Un palo, un perro y unas cuantas ovejas serían suficientes en su nueva labor de pastor.
Su padre, creyendo ayudarle, decidió "invertir en ganadería". Un rebaño de cincuenta, para empezar. Con el tiempo podría acabar siendo una explotación en toda regla.
Tenía la esperanza de que  entre tanto planteamiento comunal tal vez pudiera subsistir algún destello de olfato empresarial.

Al cabo de un mes el okupado desistió. No por falta de ganas, sino por falta de ovejas.
Sus amigos habían conseguido una perfecta sumisión de la grey, engulléndolas a ritmo de una oveja al día, o similar.

Ahora, el tal chico, se ha quedado sin oficio ni beneficio. Sigue disfrutando de unas magníficas vistas del Alt Ampurdá, aunque desconozco por cuánto tiempo. Tal vez ha comenzado a mirar con cierta suspicacia a sus compañeros de solución habitacional y la pacifica convivencia, ya no lo sea tanto. Una cuestión inquietante le ronda: ¿Cómo era la máxima marxista de : “Lo mío es mío y lo tuyo también"?

Mientras, su padre tiene problemas de insomnio permanentes y manifiesta una repentina intolerancia al cordero.

En  Londres hay quien okupa mansiones frente al Hyde Park y allí  (como ocurre aquí) también algunos progenitores, se estará preguntando cómo se ha llegado tan lejos.

Los okupantes hablan de lucha social universal. Y yo me pregunto si no hay otros modos, también universales, de combatir al sistema. Con inteligencia y trabajo, por ejemplo…..

A los padres nos toca preparar   a los nuestros,- mientras se dejen!!-,  inmunizándolos contra la vacuidad de los planteamientos existenciales que se pueden colar en sus cabezas y sus corazones . Y el único remedio que los previene de infecciones mayores es la combinación equilibrada de continua exigencia y cariño incondicional con sólo un objetivo : que sean verdaderamente felices y coman...perdices.
La música que me ha acompañado en este post: "I'm going down" de Bruce Springsteen


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