Villancicos con sentido

 

Los que me conocéis, sabéis de mi especial empeño en acertar con la felictiación navideña telemática.
La de más abajo  es la elegida.  La razón es la de su normalidad. Una situación que podría darse en cualquier rincón de este mundo nuestro.

El hombre actual necesita con urgencia un antídoto contra la banalidad de seguir viviendo sin preguntarse el porqué de sus días. La Navidad es una ocasión propicia .Pero ¿qué pinta un burro, un niño y su madre en mi vida?
Para los cristianos , "sencillamente “, desde hace 2013 años nada de lo humano le es ajeno a Dios. Dios se encarna, nace en Belén de Judá y entra a formar parte de la historia. El eterno se ha hecho uno de nosotros, se deja ver. Da a conocer su rostro  divinizando todo aquello que tenga que ver con el hombre.
Es este el sentido de esta  - y de toda - fiesta - “Et verbum caro factum est” (Jn1, 14). Nuestros afanes, ordinarios y extraordinarios , ¡incluso los que ocurren en un centro comercial repleto!,  se han hecho suyos.
Este es el verdadero significado de la celebración. Poco tiene que ver con la seducción en forma de perfume y la iconografía de un señor gordo vestido de rojo.
Tiene más bien que ver con el contagio de lo bueno, de la esperanza segura de que :“Mi delicia es estar con los hijos de los hombres» (Prov 8,31).
Nuestra es la tarea de dejar espacio a los villancicos y a los pesebres. Abrir el corazón para escuchar la voz dormida que reclama lo eterno y que es capaz de mucho bueno. Ese mismo corazón  que siente amargura tras emponzoñarse con bolsas y excesos en lugar de aspirar a lo alto desde lo más cercano .
Tal vez la compañía de los demás nos ayude a desviar la mirada de fuera a dentro…Aunemos la voz para la verdadera alabanza en mitad de bullicio, del pavo, del árbol  y celebremos una Navidad llena de verdadero sentido.

Un año más, Feliz Navidad queridos amigos y lectores. Gracias por estar ahí.