Miopía generalizada

La situación en mi tierra es de desconcierto absoluto. Se palpa la incertidumbre. La calle está" a verlas venir...".Demasiadas opciones abiertas con alianzas inverosímiles entre posiciones políticas, hasta la fecha, incompatibles.
Si a eso se le suma que el cumplimiento de las leyes y los pactos  no se respeta por los propios legisladores ( e incluso se justifica  su transgresión), nos enfrentamos a un riesgo serio de quiebra social, paz y  progreso. 

Recojo un fragmento de un artículo que, sin apasionamiento, con sentido común y conocimiento profundo del Derecho ha escrito Rafael Domingo, Catedrático de Derecho Romano.
Es de una lógica aplastante

"Europa tiene identidad propia, España tiene identidad propia, Cataluña tiene identidad propia, como la tiene Navarra o el País Vasco, Escocia, Tejas o Baviera. En este sentido tienen constituciones distintas. No reconocerlo es cerrar los ojos a la realidad social. Pero esto no significa, en modo alguno, que esta identidad sea excluyente, es decir, conduzca a la independencia. La identidad propia no se esculpe a base de excluir al otro, sino a fuerza de desarrollar las propias capacidades. Por eso, la identidad propia no es, por naturaleza independentista. Sentirse europeo no reduce la condición de español, como sentirse español no empaña la identidad catalana. Por el contrario, la integración comunitaria y solidaria potencia las identidades propias.
España y Cataluña, como fruto de un acuerdo político soberano e irrenunciable, comparten el mismo texto constitucional, que fue promulgado en 1978 como consecuencia de una ejemplar Transición. El texto constitucional puede gustar más o menos, pero es el que es. Lo que está claro es que ha traído democracia, paz y prosperidad por lustros. El texto constitucional se puede modificar, así está previsto, pero no se puede desobedecer o incumplir unilateralmente. El respeto del texto constitucional es parte irrenunciable de la constitución de cada pueblo. Por eso, su desobediencia dañaría en su raíz más íntima la propia identidad de un pueblo.
La constitución española ha evolucionado en los últimos tiempos hacia la descentralización y el europeísmo, dejando más espacio político a otras comunidades nacionales o supranacionales, que contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos. La constitución catalana está evolucionando hacia el pleno autogobierno, como fruto de una mayor identificación política y desarrollo cultural.
Lo que sea de España y Cataluña en el futuro escapa de nuestra capacidad de decisión. El mundo actual avanza a demasiada velocidad como para vislumbrar las consecuencias de este proceso de interdependencia generalizado que llamamos globalización. Lo que si podemos dar por sentado es que, por mucho que cambien las cosas, no se alterará el principio de obligatoriedad de los pactos constitucionales (pacta sunt servanda). Tomarse en serio el texto constitucional vigente ha sido, es y será una obligación jurídica irrenunciable. Por eso, la aplicación en su momento del artículo 155 del texto constitucional si el gobierno catalán no reacciona como debiera, o cualquier otra medida por dura que parezca, constituirá un deber jurídico irrevocable de los poderes públicos. Y es que el derecho ni es españolista ni es catalanista. Esos dos errores, esas dos miopías, no son jurídicas, sino políticas. Y tienen arreglo."
Rafael Domingo Oslé es catedrático en la Universidad de Navarra e investigador en la Universidad de Emory
Este es el link del artículo completo
http://www.elespanol.com/opinion/20151110/78362166_12.html

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