Feliz Navidad de verdad



Antes de que se me lleven los días, la felicitación navideña.
Pero no un simple felices fiestas. Ese es, en realidad, un deseo ¡tan pequeño!
Nuestra cultura secularizada, esconde, tras las luces leds y los festejos, la sinrazón de celebrar la nada y olvida, a menudo, el sentido profundo e histórico de esta dicha compartida por tantos.
Además la nada no se conmemora. Sólo se sufre.
Si decimos y nos deseamos Feliz navidad es porque, en estas fechas, los que nos han precedido y los que nos precederán nos alegramos de que desde hace más de 2000 años a todo hombre le aguarda un sitio en la eternidad.
Sólo hace falta abrirse a la belleza y acercarse al misterio escondido en un pesebre.
Acercarse y participar como lo hicieron algunos de los que fueron testigos directos de ese acontecimiento:
Como el buey  y la mula -mansos y humildes- que dieron calor sin saber, ni importarles, a quién. Como el cielo, obediente, que iluminó la noche estrenando, en aquel día preciso, una constelación única y esperada durante siglos. Adentrarse como hicieron unos pastores indignos y rechazados que, desde su ignorancia y sencillez, supieron reconocer  los signos admirables que se les presentaban .Y ponerse en camino como aquellos magos- sabios y poderosos-  que, sin dejar de hacerse preguntas,  peregrinaron buscando al Mesías anunciado desde antiguo.
Todos pudieron aproximarse al misterio porque todos se hicieron pequeños y se postraron mudos, de rodillas y absortos. Sólo así se advierte la grandeza de un niño que es Dios y se ha hecho uno de nosotros.

Feliz Navidad queridos lectores.
Que nuestras ternuras y nuestros encuentros sean signos de algo más que la nada.

Os dejo con el villancico elegido.
Maravilloso y esperanzador.




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