Invertir en futuros o Lotería


Acabo de experimentar un cambio de paradigma vital. Se supone que los hijos llegan con panes debajo del brazo. Pero es que en mi caso, este año (y espero que en adelante) de manos de mi primogénito ha llegado el aguinaldo navideño en forma de pata de jamón.
Sentimientos agridulces en mi interior:  la realidad inapelable de que me hago mayor y un orgullo de madre que no cabe en el cuerpo.
Y he recordado lo que decía un afamado gurú de las finanzas: "La mejor inversión es la vida".
Las decisiones financieras que resultan provechosas a la larga tienen que ver, precisamente, con 
invertir en vida, en futuros.
Eso es lo que hice y lo que hacen -incluso sin ser demasiado conscientes-todas las parejas jóvenes que se lanzan a la maravillosa aventura de esperar un hijo.
Todo buen negocio, además de una chispa de atrevimiento, necesita generalmente de una dosis importante de juventud. Vas a estar (tenlo por seguro) en mejor disposición de llevar sobre ti el cansancio y los altibajos propios de la aventura y podrás, además, disfrutar de los réditos mucho más tiempo.

Lo que al principio te parece demandante- dedicación de energía, recursos, noches sin dormir, facturas de colegios, médicos, vestido- dará fruto en su día. No lo dudes. También las veces que has dicho que no a planes. Recogerás por supuesto cada una de las negociaciones adolescentes, los malos ratos cuando desafían la sensatez y tu autoridad, las horas dedicadas a ponerte al día con las dichosas nuevas tecnologías, los partidos de fútbol de sábado a primera hora, las insufribles representaciones navideñas, las colas de súper abarrotado porque se te ha olvidado la leche de continuación o hacer ver que te entretienes jugando al Catán en lugar de dormitar sin mucho otro afán en tu sofá...

Ahora que empiezo la etapa de recoger frutos, me atrevería a afirmar- con la boca pequeña, por si acaso-  que lo único necesario para que este trueque milagroso de barra de pan por ibérico de bellota se produzca tiene que ver con  nuestro empeño en dejarles que se busquen la vida, que sean agradecidos y  que sean -seamos- disfrutones para celebrar en familia, con cualquier excusa, la alegría de estar juntos. (Inclúyase en  esta fórmula financiera de retorno perpetuo, una considerable cantidad en depósitos de paciencia y perseverancia sabiendo que el tiempo también hará su trabajo).

Olvidémonos de planes de pensiones, inversiones en block chain o bitcoins... 
En realidad todas ellas proporcionan rentabilidades pobres. Muy pobres.
Yo prefiero jugar a la Lotería de la vida. Toca siempre. Siempre y cuando valores a cada uno de tus hijos como el mejor de los regalos que puedes recibir: impagable, incomparable e inmerecido . 



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