Al otro lado del arcoiris



Al otro lado del arcoíris hay nubarrones y oscuridad.
También tras cualquier forma de orgullo.
Hoy gracias a la financiación publica y al miedo a discrepar respecto a cualquier iniciativa relacionada con el colectivo LGTBI, tenemos sobre nosotros una tormenta perfecta que amenaza acabar con la estabilidad emocional de muchos y desmoronar los cimientos que sostienen la sociedades todas: el hogar formado por padre, madre e hijo.

Aclarar en primer lugar que nadie ya duda de la capacidad de un hombre o de una mujer de hacer de padre y madre. Es posible educar en soledad, bien lo sabemos algunos. Lo difícil es hacerlo bien.
Y lo raro es elegirlo para tus hijos. Asumir que una de las dos figuras no esté presente, por las razones que sean, no es lo mismo que buscarlo.

Suplir a un padre o a una madre no puede significar esconderlo, acallarlo. Dos mujeres que crían a un niño anulando, ninguneando, la figura paterna, están negando parte del desarrollo necesario que revela a su criatura la condición masculina de su progenitor.  Lo mismo ocurre a la inversa cuando son ellos lo que quieren educar a su hijo sin madre...

Basta fijarse en la suerte de reparto genético. Todos recibimos rasgos procedentes de ambos progenitores. Varón y mujer. La complementariedad viene de serie y nos define.
Nos guste o no, estamos aquí gracias a la única unión fecunda posible: la procedente de un óvulo y un espermatozoide.Y, lo sintamos o no, la genética nos señala que somos hombres o mujeres (ni peces, ni amapolas).

Si la naturaleza trasmite tan inequívoco mensaje, ¿por qué ese empeño de buscar tres pies al gato?

El discurso de los ideólogos de género es que la realidad no sirve de referencia. Prima por encima de cualquier consideración, el deseo y la satisfacción sexual. Incluso por encima del bien del propio hijo. La  familia tradicional es para ellos una imposición cultural retrógrada y limitante al servicio de roles y estereotipos sociales obsoletos.

Me ha llegado este video...
La hija de dos lesbianas habla con cariño inmenso a sus madres pero con una claridad que pasma hacia todo lo que le han negado con su opción vital.
¿Alguien puede considerarla homófoba por ello?
Creo que su testimonio es, además de valioso, urgente antes de que todo esto se vuelva contra nosotros y las futuras generaciones reprochen nuestra inaudita complicidad.





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