Recuperar el tiempo y la poesía


Durante el parón navideño, me he enfrascado en lecturas de lo más variopintas y, en cierto modo, he renacido. 
Novela histórica, ensayo. Y, sobre todo, mucha poesía. 
Jesús Montiel ha sido el gran descubrimiento. 
Difícilmente superable. 
Me ha transformado.
Si pudiera gritar a los que me leéis os diría: no perdáis el tiempo conmigo. Ir a sumergiros en su deliciosa escritura.
Son textos que conmocionan. Sus palabras consiguen anudar la garganta una y otra vez. Sacuden el corazón desde lo más hondo. Tras desnudarte, te abrigan con ternura. Vuelves a ver el mundo con ojos asombrados. Desempolvas tus escepticismos y te atreves a esperar. A creer en las personas. Se trata de maravillarse con lo minúsculo, alumbrar con mirada de niño el brillo de lo anodino y cotidiano. En cada uno de sus frases, expresa, con precisión exquisita, eso que tu sabes y no dices, eso que no puedes ni quieres decir.
Creo que ya lo ha dicho todo. Y no lo puede haber dicho más bonito y más verdadero. 
"Casa de tinta", "Sucederá la flor", "Insectario", "El señor de las periferias", "Lo que no se ve". Auténticas joyas. (Linkeadas a la cesta de la compra para que no os entretengáis más de lo preciso).  
Parafraseando al propio autor : "Desprende tanto calor que tengo que apartarme cada pocas líneas, llena de quemaduras".

Tal vez sea este mi gran objetivo del 2021. Quisiera gritar con él al mundo la urgencia de recuperar paréntesis diarios para la contemplación, para lo gratuito, para lo valioso. Dedicarnos a vivir de veras sabiendo donde está lo apremiante. 

Es como si compartiéramos el llamamiento que escribió otro gran poeta Robert Walser "Levántate, ve donde los hombres y diles que han convertido el mundo en un comercio. El trabajo, un medio para el sustento, ha ocupado el lugar del reposo. El tiempo, un recipiente para colmarse de amor, se ha desnaturalizado para servir al dinero y ahora es una hucha. 
Habéis olvidado el espectáculo del día (...)"

Con algo de suerte, el algoritmo multiplicará mi voz y puede que se convierta en clamor. Tal vez mi cometido aquí sea este. Dedicarme a amplificar la buena nueva de la vida esperanzada. Como la que transmiten Montiel, Walser, Miki Naranja, Peguy y tantos otros.
Eso es lo que anhelo con mis escritos. Remover algún ánimo y vislumbrar existencias más felices. Con voces prestadas, si es necesario.
Replantearnos el propósito del pan nuestro de cada día "esa manía tan humana de la cumbre y atesorar lo que se apolilla, esa torpeza de vivir con los puños apretados y el corazón henchido de humo, buscando lo que perece". No equivocarnos respecto al sentido de nuestros pasos mientras vamos avanzando los días. Recuperar el tiempo que suma y trasciende, no el que se pierde o que mata por más que produzca.

"Anuncia el paseo, la nube, la nieve".
Aléjate de los dispositivos. 
Sobre todo, vive y ama. 


Estos son mis deseos para el año que comienza.
Y esta es la melodía elegida hoy para acompañar al post:









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