Resurrección y Cirugía

 

A veces dispongo de esta, mi pequeña tribuna virtual, para que sean otros los que se expliquen.

En este caso, me he permitido traeros un texto de Juan Manuel de Prada. He elegido fragmentos de su artículo "Resucitar" publicado el pasado 3 de marzo en ABC y de como el mundo actual busca caminos infructuosos de trascendencia. 

"En un mundo que se cree post-religioso, la idea de la resurrección se despacha con condescendencia como una fábula poética o ensoñación rocambolesca. Pero lo cierto es que se trata de una obsesión que nos acompaña durante toda nuestra vida terrenal, como si hubiera una 'memoria de la especie' reprimida en las cámaras más recónditas de nuestra conciencia que nos recuerda que hemos sido creados para 'superar' el cuerpo que habitamos; una obsesión, que a veces aflora de forma morbosa o traumática, bajo las expresiones más insospechadas.

Todas nuestras incomodidades o repulsiones hacia el cuerpo que habitamos —desde la incapacidad para aceptar la calvicie o las arrugas hasta el deseo de cambiar de sexo— son, a la postre, expresión patética de una insatisfacción muy profunda. Constatamos que nuestro cuerpo, tan defectuoso y condenado a la decrepitud, no se corresponde con nuestros anhelos de una vida más plena que desborde nuestro propio cuerpo, anulando sus imperfecciones, pero sin abandonarlo del todo. Quisiéramos vivir en una versión mejorada de nuestro propio cuerpo que no se marchite, que no se degrade, que no nos repugne con su lastre o su carencia de apéndices. Así que nos metemos patéticamente en un quirófano, para que nos estiren las arrugas o nos implanten cabellos, para que nos rebanen o añadan tal o cual apéndice o excrecencia; pero todo son pataletas fruto de la impaciencia. Pues, para colmar nuestro anhelo de una vida más plena dentro de un cuerpo que sea una versión mejorada del nuestro, по hay que entrar en el quirófano, sino en la tumba. (...)

Al negar la vida de ultratumba, hacemos como el agorafóbico que se niega a salir de casa, llegando a creer que el angosto cuchitril que habita es el mundo. Pero, inevitablemente, el agorafóbico siente nostalgia del mundo exterior que repudia; así que se pone a criar un periquito o a regar un geranio (en lugar de salir al monte y embriagarse con el olor de la jara y el cántico de los ruiseñores). Del mismo modo, nos ponemos pelo, nos quitamos arrugas, nos ponemos o quitamos tetas porque necesitamos traer al angosto cuchitril de nuestra vida mortal pálidos y grotescos remedos de la vida de ultratumba que negamos, donde no rigen las asechanzas de la edad y nuestro cuerpo estará inundado de luz. (...)

Cada uno se consuela como puede; pero, desde luego, hay consuelos sublimes y consuelos grimosos. (...)" 

Estaréis conmigo que el autor tiene ingenio, lucidez y fuerza pero puede que le falte algo de compasión y comprensión en sus líneas para ser magníficas.

Oí decir una vez que somos una mezcla de barro y gracia, que aspira a lo infinito pero da para lo que da. Una naturaleza humana herida y vulnerable que, por sorprendente que resulte (con o sin implantes capilares y/o mamarios), tiene lugar de preferencia en la eternidad,

Aquí va una canción muy adecuada de Hakuna."Sencillamente", me encanta








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