Via pulchritudinis


La función de la Belleza - decía Plantón- es comunicar al hombre una saludable sacudida que le haga salir de si mismo, le arranque de la resignación de la comodidad de lo cotidiano, le haga sufrir como un dardo que hiere, y de este modo lo despierte abriéndole nuevamente los ojos del corazón y de la mente, poniéndole alas, empujándole hacia lo alto.
Simona Weil, filósofa del S.XX afirmaba: “en todo aquello que suscita en nosotros el sentimiento puro y auténtico de lo bello, está realmente la presencia de Dios. Hay casi una especie de encarnación de Dios en el mundo , del cual la belleza es un signo. Lo bello es la prueba experimental de que la encarnación es posible. Por eso , cada arte de primer orden es , por su esencia, religiosa”.
Juan Pablo II llegaba todavía más lejos. Decía que "artistas eran todos aquellos que, con apasionada dedicación, buscan nuevas epifanías de la belleza . (…) Este mundo en el que vivimos necesita belleza para no precipitar en la desesperación. La belleza , como la verdad , es aquella que infunde alegría en el corazón de los hombres, es el fruto precioso que resiste a la degradación del tiempo , que une a las generaciones y las hace comulgar en la admiración”.
No es accesorio. Los padres y educadores estamos obligados, hoy más que nunca, a proporcionar ocasiones a los nuestros para aligerar sus retinas cargadas de brillos electrónicos. Hipnotizados, idiotizados, prefieren lo ficticio de la pantalla a la hermosura de lo real.
Necesitan que limpiemos su canal auditivo de tanto ruido ensordecedor con melodías que les transporten más allá del espacio y del tiempo. Necesitan serenar su espírítu con provechoso silencio reparador y creativo. Requieren del benefico terapéutico del contacto con la naturaleza que , gratuitamente, regala cuidados al espíritu. Debemos descubrirles también la grandeza escondida en un trabajo acabado con perfección, trozos de materia redimida por las manos gastadas del hombre que con su disciplina , empeño y maestría está diciendo que ama y que aspira a lo excelso.
Expongámoslos a la belleza que reposa el alma y lleva -necesariamente- a Dios.


Música hecha vida. Belleza y redención


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