Rostros de papiroflexia


Nos guste o no, vivimos rodeados de noticias e historias que tienen como centro a famosillos de reputación más bien dudosa cuya mejor virtud es su disponibilidad a dejarse mirar (previo pago de la cantidad fijada de antemano, claro está)
Cuando se publica una exclusiva rompedora, el lector disfruta de ese cierto regusto tonto del mal de muchos….."-Si ya lo decía yo...-"
Y tal morbo malsano, relleno de zafiedad, engancha ( el que no haya leído una revista del corazón que tire la primera piedra). Engancha y vende .
El caso es que hoy, a esas apariencias brillantes y aspiraciones minúsculas, son a las que se les da eco y altavoz. Cierto es que cumplen con una función social …. Distraen y, de paso, animan el consumo.
En un entorno materialista como el nuestro, esta es una característica nada despreciable. Son prescriptores de compra.
Promocionan cirugías varias, apartamentos en Marbella, dietas, sandalias con plataforma, tonos de manicura o modelos de gafas de sol.
Prescriptores de compra, aunque no de vida , pero algo es algo….

Y su vida al decir nada, dice cosas.
Dice que vale la pena la nada; que no les va tan mal ; que lo importante son las portadas ; que ser el centro de las miradas y los comentarios es “lo más”; que si te disfrazas de diversión al menos pasarás un buen rato mientras esto dure; que no eres nadie si no eres alguien; que “el vivo al bollo y el muerto al hoyo” y que tener horizontes pequeños supone tener horizontes tangibles y abarcables.

Esos personajes de papiroflexia periodística modelados al gusto de público y editor, tienen tomates en los calcetines, legañas al levantarse, miedos como los nuestros, malos ratos, dudas, dolor de cabeza, juanetes y estreñimiento. Y aunque parecen obviarlo, viven – como todo mortal-sometidos al enorme cronometro de la cuenta atrás.
Ellos-como nosotros- saben que llegará un momento en el que bajará el telón, la función terminará y ya no habrá quien los aplauda, ni foto shop que los retoque.
Lo triste es que, salvo excepciones, eligen seguir con su ficción….y lo sorprendente es que otros elijan seguir mirando.
Por lo visto , somos minoría los que procuramos exprimir el tiempo en cosas más interesantes que en observar la vida de otros mientras la propia pasa inexorablemente por delante. No me importa. Es mejor intentar ser feliz a, tan solo, jugar a parecerlo.

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