Hablemos de amor (II) sexo sin protección



Hemos hablado en el artículo anterior de sexo sin propósito. De ese vivir la relación amorosa de modo desvinculado de un proyecto vital.
Distinto es cuando sí existe la ilusión compartida de construir un futuro en común y formar una familia.
En ese caso, dada la envergadura del asunto, es fundamental que "los socios" estén capacitados para la aventura.
Que ambos sepan, quieran y que puedan asumir lo que todo eso supone.
Si tal es el objetivo, la preparación es muy diferente.
En este caso es del todo aconsejable evitar lo más posible la proximidad física. Porque a más cercanía, menos capacidad de discernir.
Como no pongas criterio en la elección del candidato el fracaso está garantizado.
Me explico:  Los protagonistas de esa futura unión son personas con valores, prioridades, posicionamientos existenciales, gustos, aficiones, que pueden ser muy distintos y difícilmente compatibles, sobre todo, si no se contrastan y no se ponderan en el momento que toca: el del noviazgo. Ahora lo que corresponde es poner cabeza y no cuerpo. Acercarnos al otro desde la adecuada distancia que permita sopesar el mutuo entendimiento personal no ya la química.
Habrá quien discrepe y diga - sobretodo entre los varones-  que este planteamiento otorga demasiado peso al intercambio sexual. - El tema no es tan trascendente como supones-
Pues a eso yo contesto que el sexo es cosa de dos. 
Habrá que valorar qué pone cada uno sobre la mesa.
En el caso del hombre, seamos claros, la sexualidad es más despegada, desligada de su mundo afectivo. Es más externa, como su genitalidad. 
Cuando se trata de  la vivencia de la sexualidad femenina ésta -incluso en el plano puramente orgánico- es interior, compleja, misteriosa. Compromete su yo más profundo.
Un mujer entrega su intimidad, su pudor, su ternura, su inocencia, sus  besos, sus caricias, su expresividad, su piel, sus torpezas, su vulnerabilidad. También -incluso sin ella tenerlo presente- ofrece su futuro y el riesgo de tener un hijo. Esa "pequeña posibilidad", esa persona que pudiera entrar en su horizonte y en su útero - no sería ni la primera ni la última-merece un marco de estabilidad que la custodie como merece y no ser fruto de una fatalidad o una falta de cálculo.
¿Resulta equilibrado entonces el intercambio? ¿Qué arriesga uno y otro?
Pero es que, además, cuando no media esa promesa de fidelidad permanente, la mujer no vive el sexo del mismo modo que el varón. Tampoco ahí hay consonancia.
Instintivamente no puede gozar igual. Hay una sombra de incertidumbre que planea y oscurece su entrega y establece casi intuitivamente sus prevenciones. "La necesidad más profunda de una mujer, lo que puede hacerla capaz de entrar plenamente en la dimensión erótica, es sentirse sujeto no objeto" Mariolina Ceriotti. Te muestras con plenitud expresiva cuando te sientes verdaderamente protegida, amada.

Eso es vivir el sexo sin miedo ni barreras, sexo sin protección. Eso es fundirse con el otro con una pasión, con una totalidad, con una soltura que responde a saberse acogido como eres, para siempre y sólo a el/ella.

Si quieres disfrutar a tope de tu amor, si quieres un futuro familiar feliz, si quieres evitarte muchos problemas innecesarios y gozar viendo crecer a tus hijos, cásate con la persona adecuada. Conócela bien antes de que sea demasiado tarde y, cuando la encuentres, hónrala como merece con tu compromiso, entrega y fidelidad radical. 

Os dejo con una historia y una melodía maravillosa. Pura inspiración.



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