Cómo duele el dolor
Cómo duele el dolor.
No se engañe nadie. La soledad, el frío , la incomprensión, la debilidad, los huesos, la ausencia y la muerte duelen .Y no podemos librarnos de ello..
Cuando el dolor nos persigue, primero sentimos sus pisadas en el alma. No nos gusta lo que vemos y nos atemoriza lo que vendrá. Tocamos nuestra debilidad y nos tambaleamos pensando en el absurdo. Estamos diseñados para la felicidad y nuestros circuitos rechazan el sufrimiento.
Buscamos echarle la culpa a alguien. A veces la tiene pero no por ello nos libramos de las consecuencias.
"Las cosas hubieran sido distintas si...". Ese condicional acorrala, recordándonos que no controlamos.
El dolor tiende a invadirlo todo. Ciega la mirada, los oidos y el gusto. Anuda la garganta.
Un muro infranqueable; una situación irreparable. Es un cuerpo a cuerpo entre la necesidad de plenitud y la limitación, la incapacidad, la cerrazón o la muerte.
Nadie nos enseña a sufrir. Es una asignatura autodidacta. Podemos acompañar al otro, compartir nuestra vivencia, pero ese es un camino que cada uno anda en soledad y tal vez por eso es tan difícil.
Cuando algo duele, tratas de elaborar soluciones: "Alguna habrá", te dices.
Se abren pequeñas rendijas de luz y al poco, oscurece de nuevo. Lo irresoluble es lo más costoso de asumir.
Sin embargo en contra de lo que cabria pensar, sin pretenderlo - mientras estás vivo,- hace acto de presencia un persistente empeño en salir adelante, provocando nuevas concesiones a la esperanza.
Inexplicablemente, vuelves a la lucha. "Tal vez hoy- tal vez mañana!- las aguas pasarán", traspasarán el muro de contención construido por la genética, la libertad del hombre o permitido por las fuerzas de la naturaleza. Un muro que parece no te deja crecer, pero te hace grande; no deja carcajearte pero si sonreír ; no te deja avanzar pero - tal vez debido a su resistencia- te obliga a seguir empujando.
El sufrimiento cansa porque duele y porque no sabes cómo acaba o cuándo acaba. La incertidumbre de los contornos de nuestro dolor nos inquieta especialmente. Desconoces los entresijos del enemigo al que te enfrentas cada día…
Es como tratar de comerse un elefante. La injusticia, la enfermedad o la despedida definitiva hay que digerirla poco a poco. Cada día su propio afán.
Busco refugio y consuelo en compañía de quien me quiere.
A veces una copa de vino y unas aceitunas rellenas son suficientes. Cada minuto cuenta.
De vez en cuando miramos hacia otro lado. Y entonces descubrimos cosas maravillosas y perfectas que nos hacen creer que esto acabará del mejor de los modos.
A menudo algunos miramos también hacia arriba pidiendo luces para creer, para saber, para sentir que no estamos solos.
Esta es la canción que me inspira el post...Inolvidable Gilbert O' Sullivan
como todo lo que haces Angelita, extraordinario!!!!!
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