Una tregua



Querida,
Me has preguntado acerca de qué hacer.
Tu matrimonio ha llegado a un punto de inflexión. Se abre ante vosotros el oscuro abismo de la ruptura, jalonado de decisiones difíciles.
Ojalá lo que he aprendido por el camino sirva para que no tropieces.
Esto es lo que se me ocurre ....

Por de pronto, tómate tu tiempo. Permite que baje la inflamación emocional. Esa que nubla la mirada y ahoga el corazón.
No todo está perdido.
Abre un espacio para la esperanza.
Puede que exija de ti dosis enormes de creatividad, humildad y paciencia...Disponte para tales ejercicios.

Si no lo intentas, si no procuras todo aquello que hasta ahora te ha parecido incluso excesivo, puede que llegues a lamentarte.
Todo lo que esté en tu mano. TODO.
Busca caminos alternativos. Se imaginativa, se divertida, se atrevida, se cariñosa, se leal, se buena, se mujer, se hogar y se familia.
Perdona y pide perdón.
Perdona y déjate perdonar.
Y vuélvete a dar tiempo.
La vida deshidratada y mortecina requiere de cuidados intensivos. El vigor no vuelve de inmediato.
Y es tan difícil resistirse a la compañía, al cariño y a la confianza.
Os debéis una última oportunidad. La última de las últimas. A full.

Anuncia tu peculiar bandera blanca y propón una tregua. Ambos sufrís heridas reales, traiciones conocidas o no, que hacen difícil tal posiblidad. Aun así, atrévete.
Atrévete incluso a no ser acogida, acompañada ni cuidada.
"Pon amor, donde no hay amor y hallarás amor".
Sólo los enfermos de corazón no se doblegan ante una bondad sin condiciones.
Y concédete, concédele, otro poco más de tiempo...
Puede que no sepa, puede que no pueda... Lo importante es que quiera.
Y si quiere, quiere.
¡Quiere quererle!, ¡quereros querer!
Ese recuperarse, te recupera.
Las reconciliaciones son sabrosas y la vida es muy corta para entretenerse en rencores y penas.
Déjate acompañar por quien pueda hacerlo. Hay profesionales de los que fiarse que ayudan a desencallar las cosas. También alguna pareja de amigos que os conozca bien...Cuántos capítulos negros no confesados en muchos de los matrimonios que hoy siguen juntos.

Aun así, mi querida amiga, no te lleves a engaño.
Puede que, a pesar de haberlo intentado de mil modos, finalmente, ni sepa, ni pueda, ni quiera.
En ese caso, ambos perderéis. Lo que os espera en la otra orilla no es una vida fácil. La soledad  antes o después, se acaba haciendo presente. Los remordimientos sólo en proporción a la culpa que hayáis tenido. (Eso tiene su importancia sobre todo en lo que se refiere al sueño y al modo de mirar a los ojos de tus hijos).

Y por último, déjame decirte que nunca olvides lo que decía nuestro querido Julio "Es siempre más feliz quien más amó".
Ánimo.


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