La virginidad es de guapas

-¿Y tú quieres llegar virgen al matrimonio? -  decía una amiga quinceañera a mi hija hace pocos días.

A nadie le extraña la pregunta a estas alturas del siglo. Es un planteamiento habitual entre la mayoría de nuestros jóvenes. Parece que tener relaciones sexuales sea un paso obligado del adolescente para convertirse en un adulto completo.

La hipersexualización de nuestro entorno distorsiona las cabezas y los corazones de nuestros hijos. Tristemente, peligrosamente. Y nosotros, padres y educadores, nos mostramos sobrepasados. Parecemos haber abandonado la parte que nos corresponde de su educación afectiva sexual y la hemos dejado en manos de los guionistas de las series que nos han arrebatado, claramente, la posición. 

Pero, ¿qué hay detrás de ese repentino y enardecido interés de nuestros chicos y chicas  por la vivencia sexual? ¿Es fruto solo de un detonante biológico hormonal, del constante bombardeo de modelos de comportamientos al que nos somete la cultura erotizada de hoy o de un combinado de ambos? 

En realidad, esos deseos, anhelos adolescentes responden a la búsqueda más profunda y radical que dirige a todo ser humano: amar y saberse amado. 

Tienen prisa por descubrirlo por si mismos pero se equivocan en el modo de satisfacer tal ansia. Y el equívoco viene por la confusión que sufren entre la intensidad y el valor de la experiencia. Intercambian gratuitamente sus cuerpos y no fusionan  sus almas, dejando su inocencia y sus sueños de pertenencia y amor hechos jirones en algún rincón oscuro. 

Hoy he hablado con mi hija de este asunto. 

Lo que le he contado quiero hacérselo llegar a las amigas de mi hija, a las amigas de sus amigas y a toda mujer que pueda llegar a leer estas líneas.

Con permiso de @lavecinarubia les diría: 

Es de guapas hacerse valer. Eres demasiado exquisita como para regalarte de cualquier modo, como para desparramar una sarta de brillantes en la mesa del desayuno y que el primer listillo que pase, los haya suyos.

Es de guapas y listas elegir bien con quién quieres compartir tu juventud, tus ilusiones y proyectos, tu historia -esa que está por escribir-  y  sobre todo tu alma, maravillosa e irrepetible.

Es de guapas y listas, muy listas, conocer bien a los chicos que te rodean y quedarte con el que tenga capacidad de compromiso y palabra.

Es de guapas exigir mucho más que un " es mi novia", " ya veremos" o un " nos va bien así de momento" para entregarte.

Es de guapas reclamar un marco de fidelidad para ti y para los posibles hijos que podáis tener juntos.

Es de guapas vivir una sexualidad tranquila protegida por un compañero leal. No es necesario tener experiencias previas para disfrutar apasionada e intensamente vuestra vida íntima.

Es de guapas, listas y prácticas permanecer con quien pueda ser padre de tus futuros hijos. Nada te gustará más que se le parezcan.

Si ya no eres virgen, es de guapas recuperar lo que es tuyo si se lo han tomado aprovechando tu ingenuidad. Es de guapas poner las cosas en su sitio a partir de ahora mismo. Nada está perdido, salvo lo que tiramos por la borda.

La virginidad es de guapas. Mujeres que saben disfrutar de un equilibrado amor propio y con conciencia de su valía.  Mujeres que sólo se conforman con lo mejor y se dan enteras a quien está a la altura de su amor y dignidad mayúscula.

La canción de Julio Iglesias, "Fuiste mía", acaba de aclarar la argumentación, por si queda alguna duda. Mi recomendación sería oírla madre e hija y aguantar-como mínimo- hasta el estribillo. Las conclusiones llegarán de inmediato.