Rectifico

Acabo de colgar en mi blog un artículo acerca de la dificultad de comunicación hombre-mujer, léase marcianos y venusianas.

Al firmarlo he sentido un intenso sudor frío imaginando lo que pensarán mis 4 hijos varones respecto a la incapacidad, declarada por su propia madre, de comunicarnos bien por los siglos de los siglos.

Y es que además , pensándolo mejor ,la cosa no está del todo clara. Quizás el mundo globalizado y las reivindicaciones feministas de este último siglo, puedan hacer posible lo que hasta ayer consideraba inabordable: el entendimiento entre géneros, gracias al papel fundamental que en esta tarea tenemos, especialmente, nosotras las madres.
Hoy por hoy, la relación con mis varones es absolutamente fluida y diría yo que, deliciosa.
El otro día preguntaba al segundo de mis chicos:
“-Hijo ¿Confías en mi?.-“ Ël , con ojos leales e ingenuidad conmovedora me contestó: “-Demasiado.-“

Pero ese ”demasiado“, no era con rintintín. Ese adverbio sonó a "infinitamente". A “Dime lo que quieras, que te creeré”. A imposibilidad de hacer lo contrario.
Cualquier venusiana caería rendida ante una afirmación de estas características..
Otro de mis retoños, 9 años de edad, después de un dura jornada laboral me hizo un masaje en los pies al que yo quise corresponder con una “chuche” o similar. Inmediatamente, con rotundidad aplastante, dijo que lo hacía ¡gratis!


Mi hijo mayor me despide, delante se sus amigotes, con un beso en la mejilla que vale su peso en oro. Sé que siente cierto reparo, pero hasta el momento ¡se deja!.
No sé si la revolución hormonal trastocará tantas delicias…

Y respecto lo que he escrito acerca de mantener una conversación con ellos, reconozco que la tarea es ingente y trabajosa. Me he convertido en una madre preguntona al tiempo que “explicona”. Y al lo tonto, a lo tonto van saliendo temas y anécdotas ( aunque, confieso, eso suponga acariciarles un buen rato la cabeza o la espalda y mostrar interés, altamente sospechoso, en la descripción de cada una de sus jugadas en el último partido de fútbol del colegio…)

Inconscientemente me mueve el convencimiento interior de que la sensibilidad masculina puede llegar a entender, sin “confundirse con”, la femenina. O, al menos, a aproximarse. Siempre que nosotras, a las que tanto nos gusta hablar, seamos capaces de hacernos un poco más inteligibles y que, de nuestra mano, favorezcamos el tránsito de los varones por el mundo de la expresión de los sentimientos, en el que las féminas nos movemos como pez en el agua.

Es lo que los americanos han denominado cultivo de la inteligencia emocional.

A lo lado del tiempo he ido desarrollando estrategias varias en la línea de conseguir esa especial comunicación con mis muchachotes.



Una buena comida. Cuidada, apetecible, abundante. Durante la misma- es básico apagar el entrometido televisor-, charlar. Al conocer bien el paño varonil, he pensado antes asuntos sobre los que hablar durante esos ratos, como si de un orden del día se tratara. Incluso funciona la formula de ir contándoles , a medida que avanzo en la lectura de los capítulos, algún libro que pueda interesarles. Un ejemplo: las vivencias en los Andes de los jóvenes de “Viven”. Ya sé que resulta extrema, pero incluso los pequeños, sin perder ripio, sacaban punta y provecho a la historia en cuestión. Hablamos de la experiencia de la soledad, de sentimientos de miedo, angustia, ternura. Valores como la superación, el esfuerzo, la fortaleza , el espíritu de equipo , el cuidado de los enfermos, la valentía , la generosidad y confianza. Son una sobremesas muy provechosas…


Otra: Comentar la prensa. (Para ellos cualquier dato procedente de un medio de comunicación tiene el halo de verdad absoluta. Para bien y para mal, desconocen lo que significa la palabra manipulación informativa). En una ocasión, les mostré un recorte de periódico que recogía la noticia de unos padres que tuvieron que acudir a los tribunales para poder obligar a su “hijo –parásito” a irse de casa. El chavalote en cuestión hacia 5 años que no salía de su habitación debido a la adicción que sufría a todo tipo de juego de ordenador, play stations e invenciones telemáticas de cualquier índole. Había dejado de estudiar y, por supuesto, su jornada estaba pendiente, única y exclusivamente, de una pantalla líquida que le hipnotizaba. “¡¡Salir de casa esposados por jugar demasiado a la game-boy!!”. Nada hubo que añadir al respecto del uso y abuso de este tipo de entretenimientos.

La literatura y el teatro siempre han sido espacios para la reflexión interior , y en cierto modo , en el ámbito familiar y, pedagógicamente hablando, una pizca de dramatismo lleva de la mano muy variadas y eficaces aplicaciones.

Tercera: Procurar que hagan suyos los criterios de bondad o maldad de un acto y ayudarles a expresar cuáles han sido sus sentimientos ante una situación desconcertante o injusta de la que hayan sido testigos. Una tarde vimos como una madre trataba duramente a sus pequeños. Incluso para mi fue aterrador. Pero aquello- ¡ojalá no hubiera pasado nunca!- me sirvió para explicarles como debían tratar a los más pequeños y hacerse cargo de los sentimientos de impotencia y rabia de aquellos niños, algo peor a lo que ellos sentían cuando eran tratados por los chicos más mayores con desprecio o burlas.. Esas experiencias en primera persona, oportunamente reconducidas, les hacen ponerse de inmediato en la piel del que los está observando desde más abajo . Y si bien no les disuaden al comienzo de la pelea, sí les hace reflexionar antes de llegar a que ¡corra la sangre¡ ó, al menos, para que puedan pedir perdón al agraviado de forma sincera.

No sé si a medida que vayan creciendo, la transformación en seres extraterrestres se va a ir produciendo y nos comunicaremos desde dos planetas lejanos. Por si acaso, yo sigo intentando preparar a mis marcianitos para que sean más sensibles y buenos intérpretes del lenguaje y modo de ser venusiano. ¡¡¡¡Mis futuras nueras me lo agradecerán!!!!.

La música que me inspira el post

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