Los virtuosos de la zancada

No sé andar despacio. En serio. He observado que sólo si me obligo y mantengo un nivel elevadísimo de concentración consigo caminar pausadamente.
La condicion de mujer y madre de familia numerosa puede que sea un considerable factor multiplicador en este sentido.Tampoco ayuda, es cierto, la amplitud de mi zancada. Donde un españolito medio avanza un paso yo lo hago prácticamente en dos.

Sin embargo, conozco personas tranquilas en su forma de desplazarse, a las que parece no afectarles su estado civil , el número de hijos a su cargo, la edad o la longitud de sus extremidades. Son ponderadas.

Hombres y mujeres elegantes que han aceptado serenamente la realidad de sólo llegar a lo que pueden, sin pretender alcanzar lo imposible a costa de suspiros y rebufos. Sencillez y humildad hecha de piernas y pasos rítmicos. Han asumido que la carpeta de asuntos pendientes no va a vaciarse nunca. Han aprendido a vivir la placidez e intensidad del presente más perfecto.

Es un modo de ser y estar en el mundo en perpetuo estado de no agitación. Sin despeinarse más de lo debido.
Siempre tienen tiempo que regalarte. Al igual que el resto de la humanidad, viven sometidos a las leyes del reloj pero nunca se muestran como sus esclavos.

Comprendo que existe todo un programa de vida y una escuela de virtudes escondida tras esa serenidad natural.
Aun sabiendo que el aguijón de la carne se deja notar o que la cabra tira al monte, quiero parecerme a ellos o a ellas.

Hoy voy a empeñarme en disfrutar de algún paseo tranquilo marcando el paso con la cadencia adecuada.
Seguiré informando.

Esta es la música que, sin duda, mejor acompaña al post.
Singing , dancing and walking in the rain! con un ritmo envidiable