Desconexión real
Hace unas semanas me hackearon el WhatsApp. Alguien, con mi nombre y foto de perfil, tomó el control de la aplicación, actuando y hablando en mi lugar. En un primer momento colapsé. Impotente, imaginaba mil situaciones que, por mi culpa, iban a producirse. Mi vida digital se vio profundamente afectada pero la real- la que de verdad importa -, dio un giro inesperado. Y es que casi voy a dar las gracias a mi hackeador...(he dicho casi!) El día del secuestro empezaron a telefonearme un sinfín de personas. Llamaban pensando que estaba en un apuro...(increíble la cantidad de gente hubiera respondido a mi SOS). Esa breve conversación con muchos con los que hacía demasiado tiempo con los que no hablaba, me confortó. Desde aquí, os agradezco vuestro interés por echarme una mano. Mención especial para los que no sólo llamaron. También los que, como yo, "picaron". Me parecieron increíbles. Hicieron lo que pensaron debían hacer -o mejor, sin pensárselo demasiado-: ayudar a quien te lo